Inaguantables. Esa es la palabra que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en los adolescentes. Sin duda, una época difícil por la que todos hemos pasado y donde nos sentimos solos, aislados, incomprendidos y con ganas de irnos a otro planeta. Sin embargo, la adolescencia es una época muy complicada en la que se ponen bases de futuro fundamentales. Por eso, nuestros jóvenes merecen ser escuchados y sobre todo ayudados. Son muchas las historias de adolescentes que han tenido problemas por no superar sus miedos juveniles.
Nuestra primera fobia
Dicen los expertos que las fobias específicas se han relacionado con un primer encuentro que provocó miedo con el objeto o la situación que causan la fobia. En mi caso, cuando tenía 5 años recuerdo que mi abuela en el pueblo tenía un gallinero. Mi hermano iba a coger los huevos y solo se le ocurrió llevarme de la mano. Justo en el momento de estar dentro, las gallinas se revolucionaron y comenzaron a venirse contra mí. Un trauma infantil que casi 40 años después no he superado. No puedo ni sentir que un ave esté cerca de mí porque pienso que voy a ser atacado.
Las fobias en edad adolescente
Son muchas las fobias que pueden surgir en época adolescente. “Pueden surgir problemas de comportamiento, regulación de las emociones e impulsividad, adicciones, trastornos de la conducta alimentaria, depresión, ansiedad”, cuenta la sicóloga Marisa Hernández Torrijo, Licenciada en Psicología Clínica por la por la UNED. Ella nos retrata cuáles son los cuadros más frecuentes en la época de la adolescencia.
- Fobia concreta. Se trata de una ansiedad relacionada con un objeto o una situación concretos. Es decir, algo así como me ocurrió a mí con las gallinas. l objeto o la situación que provoca la fobia se evita, se anticipa con miedo o se soporta con ansiedad extrema al punto de que interfiere con las rutinas y actividades normales.
- Ansiedad social. Es una de las más habituales. Es el miedo a estar con otros en grupos y hacer acciones. Por ejemplo, obra de teatro escolar, recital, dar un discurso o un informe sobre un libro frente a la clase. El chaval se pone muy nervioso y es incapaz de accionar palabra. O bien se puede poner rojo o incluso tener sarpullidos provocados por los nervios.
- Silencio. Es desesperante preguntar a un chaval y que no te responda. Pero es algo más habitual de lo que parece. Y no es que el chico no quiera, es que no puede. La incapacidad de hablar en situaciones sociales específicas en un niño o adolescente que puede hablar, y de hecho habla, en otras situaciones.
- Agorafobia. Esta fobia es el miedo a los espacios abiertos, como por ejemplo estar afuera o salir solo de casa. Esta de relaciona con una o más fobias o el miedo de tener un ataque de pánico. Son muchos los adolescentes que prefieren estar encerrados entre cuatro paredes, al estilo de Bernarda Alba, que salir a la calle a estar con sus amigos.
Consumo de alcohol. Cuando un joven tiene presión o miedo, puede provocar consumos elevados de alcohol porque bajo sus efectos sienten que pueden desinhibirse y librarse de su propia prisión, percibiendo que son capaces de hacer lo que los demás hacen con total naturalidad y sin esfuerzo. Sin duda, un problema muy gordo, ya que para salir de uno, se mete en otro con secuelas que pueden ser dramáticas.
Una fobia a estas edades crea frustración, fomenta el desánimo general (a veces es causa de caer en un depresión tras un larga etapa vital de sufrimiento), incluso produce irritación descontrolada con el círculo familiar. Por eso, hay que ponerse en manos de profesionales.
La mayoría de los adolescentes suele experimentar incertidumbre, ansiedad e inseguridad al conocer a personas nuevas, pero una vez roto el hielo, casi todos logran convertir esos encuentros en una experiencia agradable.
Cómo prevenir las fobias en los adolescentes
Como todos los miedos y fobias son difíciles de tratar, y más aún en esta edad. En este momento no se conocen medidas preventivas para reducir la incidencia de fobias en adolescentes. Sin embargo, la detección y la intervención tempranas pueden reducir la seriedad de los síntomas, por eso es ideal ponerse en manos de profesionales. Y sobre todo, abrirte, hablar y ser muy compresivo con ellos. Nos necesitan más que nunca. Piensa que una fobia mal curada en estas edades, puede provocar un trauma que dure por toda la vida.