Las varices, un problema al que mi madre se enfrentó y al que venció

Hay un problema de salud del que se habla muy poco pero que tiene una relevancia alta en nuestra vida porque puede afectar a cómo nos movemos y los dolores que podemos sentir al hacerlo o incluso al estar parados. Estamos hablando, como seguro que ya suponéis habiendo leído el titular de este artículo, de las varices. Se trata de una cuestión a la que ha tenido que hacer frente mucha gente y que, si no se trata, puede ir empeorando con el tiempo y ocasionarnos problemas muy graves. Os lo dice alguien que las ha padecido y que os va a relatar su historia en los párrafos que siguen.

Desde que era muy pequeño, vi cómo mi madre empezaba a tener varices en sus piernas. Siempre ha sido una mujer que ha trabajado de pie, que no se ha podido estar quieta. Y eso, cuando ya tienes una edad, empieza a no perdonarte. Lógicamente, el cuerpo humano tiene un desgaste del que todos somos conscientes, pero también ocurre con el tema de las varices, que van desgastando nuestras piernas especialmente si las usamos más de lo que deberíamos, con trabajos físicos y que nos obliguen a estar en pie durante muchas horas al día. Eso fue lo que le pasó a mi madre, cuyas varices fueron haciéndose cada vez más grandes en sus piernas con el paso del tiempo.

Recuerdo que cuando empezó a tener varices, ella misma se preguntaba cuáles eran las causas que le habían llevado a eso. Ahora que estoy recordando este tema, he dado con un artículo publicado en la web del diario deportivo Marca, concretamente en su sección Cuídate Plus, en el que se mencionan las tres causas que os indico a continuación:

  • Las válvulas congénitamente defectuosas. Las válvulas se encargan de hacer que la sangre circule hacia el corazón. Si no funcionan de una manera correcta, lo que va a ocurrir es que la sangre se acumule en la vena, haciendo que de ese modo se hinche.
  • La tromboflebitis, o lo que todo el mundo conoce como trombos, son pequeños coágulos que también hacen difícil la circulación de la sangre. Esta situación se puede provocar tras largos periodos de cama.
  • La tercera de las causas que se indica en el artículo tiene que ver con el embarazo. Rápidamente, se descartó esta opción en el caso de mi madre puesto que no estaba embarazada.

Hay una cuestión que no ha sido tratada en ninguno de los tres casos que he mencionado y que se correspondía mucho con mi madre y mi familia en general. Hablo del tema de las varices por herencia. La cuestión hereditaria es también una de las razones por las cuales se puede tener varices… y yo siempre he creído que mi madre se encontraba en esa tesitura puesto que mis abuelos también las padecieron, aunque no de una manera tan evidente como la suya. No cabe la menor duda de que todo lo que os comentaba al principio acerca de estar muchas horas de pie ha influido en que las varices de mi madre sean mucho más espectaculares, pero la causa en sí de su aparición yo siempre la he atribuido a temas familiares.

El caso es que llegó un momento en el que la situación empezó a ser insostenible. Mi madre necesitaba ayuda porque las varices no paraban de crecer y porque tenía dolores y picores que le impedían moverse como le hubiera gustado y descansar. Varios miembros de mi familia le propusimos que se operara, puesto que esta era su vía más evidente hacia la resolución del problema, pero ella siempre ha tenido miedo de las intervenciones quirúrgicas, no sabemos muy bien por qué. Parecía cerrada en banda a este tema, pero lo cierto es que nosotros no nos íbamos a rendir tan fácilmente a la hora de encontrar soluciones para que mi madre pudiera tener la vida que merece.

Tanto mi hermano como yo empezamos a buscar soluciones para las varices de mi madre en manos de los mejores profesionales. Visitamos varias clínicas privadas que no nos convencieron demasiado, pero no bajamos los brazos. Pero la cosa cambió cuando visitamos el centro quirúrgico Calero y Manzano, expertos no solo en varices sino en otros tratamientos que requieren cirugía. Fueron ellos quienes nos indicaron el argumento que creíamos que podía convencer a mí madre: por un lado, nos dijeron que no tratar un problema como este iba a tener consecuencias negativas para ella porque las varices iban a seguir creciendo y, en segunda instancia, que la intervención iba a ser mínimamente invasiva.

Le planteamos la cuestión a mi madre y, de primeras, casi ni nos quiso escuchar. Pero había algo esta vez que nos decía que insistiéramos, que podíamos tener éxito en nuestra misión. Después de hacerlo varias veces, ella empezó a dar su brazo a torcer. Le contamos todo lo que nos habían indicado los cirujanos, le dijimos que eran gente con experiencia en la materia y que este era su pasaporte a la posibilidad de disponer de una vida mejor. Todo eso empezó a derribar su muro de hormigón y nos planteamos, ya con su visto bueno, tener una visita previa al cirujano para que le contara todo lo que podía hacer por ella.

Cuando acudimos a hacer esa visita, ella quedó convencida de que necesitaba esa intervención. Los profesionales en la materia ya pudieron observar sus varices, percatándose de que era necesaria esa intervención y con cierta prioridad. Le transmitieron toda la tranquilidad del mundo a mi madre y la verdad es que ella la asumió como tal. Unas semanas más tarde, la intervinieron y todo salió a la perfección. No hizo falta ni siquiera que permaneciera ingresada, le dieron el alta después de la misma. Y su vida empezó a cambiar, esta vez para bien. Sus hijos por fin empezamos a respirar tranquilos porque éramos conscientes de que, después de todo, estaba recibiendo lo que merecía.

La vida ha cambiado mucho para ella en los últimos tiempos. Por fin ha podido liberarse de todas esas varices que le traían por la calle de la amargura. Ahora es como si fuera otra mujer, mucho más alegre, mucho más viva, que descansa mejor y que disfruta mucho más de la vida. Ahora que se acerca a su jubilación, es un verdadero premio para ella haberse podido liberar de todos esos dolores que tenía como consecuencia de las varices. No para de agradecernos todo el interés que hemos mostrado en que su problema se solucionara. Y es que ahora puede hacer actividades para las que antes se sentía impedida.

Una enfermedad con prevalencia mundial 

Las varices son consideradas como una enfermedad. Y no es para menos según lo que os vamos a contar a continuación y que fue confirmado por una noticia publicada en la web del diario El Correo. Las varices constituyen la segunda enfermedad con mayor prevalencia en el mundo, lo cual se dice pronto. De hecho, la noticia dice que las sufre tanta gente que se atreve a considerarlas como una pandemia. Esto debería bastar para que la gente se concienciara y no dejara pasar demasiado tiempo hasta solicitar una revisión con un especialista para poder corregir a tiempo las varices y que no supongan un problema demasiado grande para nuestra vida.

Nos parece especialmente interesante hablar de algunas de las causas que ese artículo que hemos mencionado en el párrafo anterior consideran que son relevantes en lo que respecta a la aparición de las varices. Asegura que son el sedentarismo, la vejez, la obesidad y la mala alimentación. Como veis, son otro tipo de cosas a las que indicábamos más arriba, pero está claro que tienen una influencia y las personas que disponen de varices. Y agravan su situación. Por tanto, es importante que se mantenga el cuidado con ellas y que tengamos una vida sana tanto en lo físico como en lo alimentario.

Y una última cosa: ¡mirad siempre vuestras piernas! 

En muchas ocasiones, estamos más pendientes de otros problemas de salud que de las varices. Y no intentamos culpar a nadie por ello. Es lógico que, si tenemos repetido dolores de cabeza o si tenemos problemas de circulación, le hagamos caso a eso antes que a cualquier otra cosa. Pero sí que estaría bien que prestáramos más atención a nuestras piernas. Muchas veces, podemos prevenir toda suerte de dolores y picores solamente con detectar las varices a tiempo y pedir una cita con el especialista antes de que nos empiecen a molestar de verdad.

Nuestro cuerpo habla y necesita ser escuchado. La aparición de una variz, aunque sea muy pequeña y apenas se note, nos quiere decir algo. Nos quiere decir que tengamos puesta la alarma para intentar solucionar problemas antes de que se produzcan, a prevenirlos. Creemos que mi madre podría habérselos evitado y ella lo sabe. Se arrepiente de no haber cogido antes el toro por los cuernos. Pero eso ya es pasado. Lo importante es que tiene un gran futuro por delante, sin dolores y sin varices.

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