Podemos encontrar muchos datos curiosos a lo largo de la historia del vino, justamente porque esta se remonta a los inicios de la misma historia del hombre, dotándole de tantas anécdotas como la evolución de las sociedades tiene. Y es que no cabe duda de que no hay una bebida más antigua, ni más íntimamente relacionada con cada una de nuestras páginas de vida como Humanidad.
De hecho, la evidencia más antigua que se tiene sobre el cultivo de la uva y la fermentación supervisada de su zumo se remonta al año 6000 a.C. en el antiguo Oriente Medio. En aquel entonces, por supuesto, esta no era una bebida tan glamurosa como lo es ahora, cuando practicamos un ritual casi religioso antes de dar el primer sorbo y degustar sus matices con todos nuestros sentidos. El vino de antaño más bien estaba muy lejos de ser una delicatesen conforme a los estándares actuales. Los mejores vinos eran bastante malos, y ni se hable de los peores: eran prácticamente imbebibles. Así, a medida que fue evolucionando, se le fue añadiendo agua, hierbas, especias y demás, todo con tal de cambiarle su terrible sabor y convertirlo en el elixir que es hoy.
Y así como su sabor ha hecho un largo viaje lleno de matices, su historia también viene cargada de interesantes datos. Nuestros amigos de Bocopa, expertos en vinos, nos comparten los más curiosos:
¡Vino a la vista!
No hay mejor forma de comenzar este exquisito recorrido que con el descubrimiento del vino. Este se remonta a la Mesopotamia de hace unos 6.000/7.000 años, aunque es muy probable que ya en la Edad de Piedra algunos racimos de uvas silvestres fermentaran al convertir los azúcares en alcohol por accidente, dando lugar a dicha bebida.
Más tarde, los egipcios comenzaron a estudiar más a fondo la vinificación. Incluso, incluían vino en las criptas funerarias para que los muertos lo tomaran en el más allá. Mientras, los griegos se encargaron de extender la vinificación por el Mediterráneo, los romanos la convirtieron en un gran negocio, los españoles se encargaron de llevarlo a las Américas, y otros europeos hicieron lo propio en Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.
Sin embargo, si hablamos del primer vino de calidad, le debemos dar las gracias al presidente del parlamento de Burdeos y propietario del Château Haut-Brion, Arnaud de Pontac, quien entorno al año 1660 se dedicó a crear un vino que respondiera a los altos estándares de las clases pudientes. Y así, comenzó con la milenaria tradición de técnicas como la selección de las uvas o la crianza, que conocemos ahora.
El primer viñedo y la primera bodega
Por su parte, la bodega más antigua de la que se tienen datos está en un pueblo de Armenia, en la frontera con Azerbaiyán, y data del año 4.100 a.C, superando por más de mil años a cualquier otra bodega.
La bodega más grande del mundo
La bodega de vino más grande del mundo, titulo conferido por el mismísimo Libro Guinness de los Récords, está ubicada en Moldavia y fue fundada en 1969 aprovechando un antiguo trazado bajo tierra que había sido excavado en siglos anteriores.
Esta se jacta de unas dimensiones que no dejan a nadie indiferente: 250 kilómetros de túneles subterráneos, de los cuales solo se utilizan 50, en los que reposan la friolera de dos millones de botellas de vino.
El vino, un remedio medieval para (casi) todo
En la Europa Medieval el vino era considerado un remedio estimulante universal. Por ejemplo, se creía que tenía la capacidad de generar más sangre al beberlo, se usaba para tomar cualquier tipo de medicamento, e incluso, como remedio para casi cualquier cosa.
También, se aconsejaba para el embarazo, como medicamento para tratar mordeduras de serpientes, dolores de cabeza o cataratas. Mientras que para las migrañas, hervían varias hierbas en el vino y luego bañaban la cabeza del enfermo con la mezcla.
El más querido de la Edad Media
La popularidad que se le confiere al vino durante la Edad Media se debe, entre otras cosas, a que en esta época el agua de las ciudades no cumplía precisamente con las mejores condiciones higiénicas, por lo que al beberla no era raro contraer alguna enfermedad. En cambio, el vino o la cerveza resultaban más seguros y saludables debido a su proceso de fermentación.
Los tres dioses del vino
Aunque algunos son más famosos que otros, en la historia de los dioses griegos y romanos encontramos tres dioses relacionados con el vino. El más conocido suele ser Baco, la adaptación romana del dios griego Dionisio. También destaca la diosa Gestín, en el año 2700 a.C, cuyo nombre significa ‘madre cepa’. Y por último está Sumerio, que también fue Pa-gestín-dug, “buena cepa”, casado con Nin-kasi, “la dama del fruto embriagador”.
Los guardianes del vino durante la Edad Media
Las muchas guerras e invasiones que tuvieron lugar durante la Edad Media en España hacían que la producción de vino siempre se encontrara en peligro.
Para protegerla, los monjes y religiosos fueron designados como los principales encargados de poner a salvo las cepas y frutos. De esta forma, además de permitirles un autoconsumo, comercializaban con el vino como parte de su economía de subsistencia.
Así, los viñedos comenzaron a ubicarse cerca de los monasterios y catedrales, e incluso, en la Edad Media los viñedos rodeados de muros, o Clos, eran esenciales para asegurar la supervivencia de la viticultura del país.
Los diferentes usos del vino a través de la historia
Al principio, esta bebida era muy utilizada por los chamanes debido a sus poderes “embriagadores”, cuyos efectos les permitían tener estas visiones que los hacían tan útiles para las tribus. También, durante miles de años fue utilizado por los curanderos como medicina y antiséptico (ni a las bacterias de antes ni a las de ahora les gusta vivir en entornos etílicos) y además, también se ha venido utilizando como una bebida que confiere cierto estatus social a quien la bebe, siendo las castas superiores los que han tenido acceso a la misma en sus celebraciones.
El vino como afrodisiaco
Al vino también se le conoce por sus efectos afrodisiacos, lo cual nos remonta a una historia que data desde el año 1251, cuando los huéspedes la boda de Alejandro III de Escocia se bebieron el equivalente a 135.000 botellas de vino durante la celebración. Así, se ayudaron a degustar los 60.000 arenques, 1.300 ciervos, 7.000 gallinas, 170 jabalíes, y las casi 70.000 hogazas de pan que los susodichos invitados de Alejandro tenían a su disposición dentro del bufete (a su defensa, no solo era el efecto del vino, también estamos hablando que habrían unos miles de invitados al magno evento).
El vino no tiene color
Aunque no lo creas, la verdad es que todos los vinos son incoloros en origen, y su color es fruto de la maceración del mosto de uva con la pulpa, hollejos y pepitas; siendo estos ingredientes los que, realmente, determinan los colores y aromas finales de la bebida.
El disputado origen del brindis
Un concepto que va íntimamente ligado al vino, es la tradición del brindis que tanto nos gusta practicar. La verdad es que todavía hoy en día se desconoce exactamente cómo nació el brindis. Algunos defienden que tuvo sus orígenes en la Antigua Roma ya que este pueblo consideraba que el vino debía disfrutarse con los cinco sentidos, oído incluido. Otros dicen que la raíz del brindis está en la Antigua Grecia y el gesto en sí era cuestión de precaución: brindar implicaba demostrarle al invitado a nuestra mesa que la copa no estaba envenenada.
Pero a pesar de estos orígenes lejanos, muchos defienden la teoría de que el brindis tal y como lo conocemos en la actualidad se remonta más bien a la Alemania del siglo XVI; y algunos otros historiadores, incluso creen que el momento exacto en el que nació el brindis fue en la celebración de la conquista de Roma de las tropas de Carlos V.
La frase «que no te la den con queso» procede del mundo del vino
Seguro que alguna vez la has utilizado o al menos, escuchado, pero más allá de eso, es interesante descubrir que esta expresión nace en el mundo del vino. Y es que el queso era el ardid empleado por muchos antiguos bodegueros para hacer pasar sus vinos por caldos suaves y sedosos. Por esta razón, antes de comprar un determinado vino se ofrecía probarlo junto con un plato de degustación de queso que empañaba por completo el paladar y evitaba un juicio de valor objetivo.
El mar sirve como una bodega de vinos fantástica
Este fundamente se basa, por supuesto, en las botellas de vino encontradas en los pecios naufragados. Y es que la temperatura y presión constantes del mar, la inexistencia de luz y la salinidad han demostrado ser factores ideales para el reposo del vino. Tanto así que hasta existen bodegas submarinas en diferentes puntos de nuestra geografía.